La mecánica que impulsa este coche es un conjunto híbrido en paralelo, o lo que es lo mismo, el coche se puede impulsar por el motor eléctrico que lleva, por el motor de combustión o por ambos al mismo tiempo, en función de las necesidades y la situación de carga de la batería.
El motor eléctrico ayuda al de gasolina a encontrar condiciones ideales de funcionamiento y, bajo ciertas circunstancias y por determinados lapsos, puede mover independientemente al automóvil, el cual entonces se desplaza sin consumir combustible y reduciendo significativamente el ruido producido.
El motor eléctrico se alimenta de una serie de baterías que se recargan mientras el automóvil está en movimiento (lo que se conoce como Hybrid Synergy Drive) y por lo tanto no requiere una fuente externa, problema que sufren los vehículos eléctricos que tienen que ser "enchufados" periódicamente para recargarse.
Otra estrategia de ahorro de combustible es que el motor de gasolina se apaga en las constantes detenciones que se sufren en el tránsito urbano.
El Prius supera los problemas de poca autonomía, largo tiempo de recarga y escasas prestaciones de los vehículos eléctricos y se convierte en el automóvil con motor de combustión interna de más alto rendimiento y más bajas emisiones disponible en la actualidad, de acuerdo con la normativa de la Unión Europea. Sus especificaciones señalan un rendimiento de 96 km/g en ciclo urbano y aunque estos números generalmente son difíciles de alcanzar en el uso real, de todas maneras indican que el Prius casi dobla el rendimiento de vehículos convencionales comparables.
Para arrancar el coche basta pulsar un botón, y en la pantalla central se nos avisará de que está "Ready" para comenzar a andar. No hay ruido de motor de combustión, pues no se encenderá hasta que sea necesario.
Movemos la minúscula palanca de selección de velocidades (no tiene enclavamientos, simplemente es como un joystick de un ordenador, con el que vamos a la función deseada) y elegimos la R para sacar el coche del aparcamiento donde está. Quitamos el freno de "mano" (freno de estacionamiento, mejor dicho, que para algo lo actuamos con el pie izquierdo, como en muchos Mercedes, por ejemplo).
Movemos la minúscula palanca de selección de velocidades (no tiene enclavamientos, simplemente es como un joystick de un ordenador, con el que vamos a la función deseada) y elegimos la R para sacar el coche del aparcamiento donde está. Quitamos el freno de "mano" (freno de estacionamiento, mejor dicho, que para algo lo actuamos con el pie izquierdo, como en muchos Mercedes, por ejemplo).
Con la marcha atrás insertada, en la pantalla del navegador se nos muestra una visión por cámara de video de lo que tenemos detrás. No tenemos radar sonoro de aparcamiento, por lo que hay que calcular con las rallas sobreimpresas en la imagen de vídeo, aunque no es complicado y ayuda mucho a calcular, pues con un culo tan respingón sino se hace difícil atinar a la perfección.
Maniobrar resulta cómodo, sencillo, y sobre todo silencioso. Hace hasta gracia eso de no escuchar el motor.
Cambiamos la palanca a la posición D y empezamos a circular hacia adelante. El coche se conduce como cualquier otro. Tenemos buena visibilidad hacia adelante y hacia los lados, aunque la posterior está un poco comprometida por el capó con doble luna.
Los primeros metros, mientras no te empecines en acelerar, pasan con el motor de combustión apagado, y se rueda con el único sonido de los neumáticos frotándose contra el asfalto. Eso sí, en cuanto pases de treinta y poco por hora, con el pedal algo apretado y con ganas de moverte como con cualquier otro coche, acabarás por hacer encenderse el motor de combustión (hasta 50 por hora puede ir en modo puramente eléctrico, uso normal y despreocupado).
Lo bueno del tema es que el paso del funcionamiento puramente eléctrico al funcionamiento con el motor de combustión encendido es totalmente inapreciable. Hay que estar atento, o sólo con la pantalla digital del cuadro de mandos sabrás si el motor de combustión se ha encendido para ayudarte.
La transmisión CVT funciona en este ámbito a las mil maravillas, y permite mover el coche con sobrada soltura, al tiempo que te quita mucho trabajo conduciendo por ciudad.
La combinación de frenada "mecánica" con la frenada regenerativa hace que, para una presión constante en el pedal, tengamos un poder de detención variable. Traducción a lenguaje llano: Cuando vas despacito aproximándote a un semáforo en rojo, es complicado parar el coche todo lo suave que lo harías con uno de frenos "normales". Obviamente, a base de práctica y kilómetros aprendes a modular mejor el pedal de freno y logras disminuir el problema, pero lo cierto es que el tacto es algo extraño en ese sentido.
!Bueno, espero hallan disfrutado del paseito, hasta la próxima!!